La pretendida transformación de la actividad cultural en industria cultural es una simplificación teórica al problema real del drástico recorte presupuestario que sufrimos.
La ayuda pública a la cultura prácticamente ha desaparecido. En tales circunstancias parece necesario generar y establecer un marco nuevo de relaciones entre los diferentes actores y estructuras culturales. Cubrir el vacío para dotar a la sociedad de vehículos expresivos, de auto-conocimiento, acción, comunicación y cohesión.
Las estructuras independientes no se pueden mantener (como lo que son) dependiendo exclusivamente del mercado (como industrias culturales). A su vez, lo público no puede prescindir del potencial que la cultura independiente representa. Para las estructuras independientes, la inter-dependencia profundiza su independencia desde la práctica, Para la administración pública, la interdependencia proporciona más intensidad de acción política con menor carga de gestión y gasto. Y para el mercado, las industrias culturales, la interdependencia proporciona base, un contexto formativo, laboratorios creativos abiertos, I+D+i para nutrirse, espacios necesarios de experimentación.
La interdependencia ha de aplicarse en el ámbito local, a partir de "lo que hay", de lo que tenemos y de lo que estamos dispuestos a dar y no solo a recibir. Una relación de este tipo ha de sustentarse en una clara voluntad política por parte de las instituciones públicas y garantías de responsabilidad y representatividad real por parte de las estructuras independientes. Estamos hablando de un contexto experimental que puede y debe experimentarse. No hay ningún riesgo en ello y mucho que perder si no se hace.
¡Ahora es el momento!
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