Uno de los beneficios que debería aportar la realización de un Plan Estratégico de Cultura es servir para visibilizar micro-estructuras de creación y producción cultural que andan dispersas por el territorio. Y no sólo visibilizarlas, sino también propiciar su relación mutua.
Considero que una de las responsabilidades importantes de las instituciones culturales públicas, más que hacer, es conocer -y reconocer- lo que se hace y favorecer una intensificación de dicho hacer (intensificación en calidad, profundidad, solidez, diversidad... ), respetando, por encima de todo, la independencia de esos pequeños núcleos de pro-acción cultural. Sobre todo porque el potencial creativo, innovador y transformador reside precisamente en esas micro-estructuras; aunque muchas veces éstas se muestren inestables, caóticas o fugaces, pueden constituir espacios de experimentación muy valiosos e imprescindibles.
Pienso que uno de los primeros pasos podría ser crear y publicar un directorio exahustivo de estos dinamizadores culturales "invisibles".
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